VATICANO, 16 Nov. 17 / 09:54 am (ACI).- El Papa Francisco recordó la postura de la Iglesia en relación a la eutanasia al asegurar que “es siempre ilícita porque propone interrumpir la vida procurando la muerte”.
El Papa hizo esta afirmación en un mensaje al Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Mons. Vincenzo Paglia así como a los participantes del Encuentro Regional Europeo World Medical Association, que analiza estos días el sentido de la vida.
El Papa aseguró que las preguntas sobre el sentido de la vida terrena “son cuestiones que han interpelado siempre a la humanidad, pero hoy asumen formas nuevas por la evolución de las conciencias y de los instrumentos técnicos hechos realidad gracias al ingenio humano”.
“La medicina, en efecto, ha desarrollado una mayor capacidad terapéutica, que ha permitido acabar con muchas enfermedades, mejorar la salud y prolongar el tiempo de la vida”.
También es posible “prolongar la vida en condiciones que en el pasado no se podían ni si quiera imaginar”. Sin embargo, estas intervenciones en el cuerpo humano “pueden sostener funciones biológicas que sean insuficientes o incluso sustituirlas, pero esto no equivale a promover la salud”.
Francisco recuerda que el Papa Pío XII afirmó que “no es obligatorio emplear siempre todos los medios terapéuticos potencialmente disponibles, y que, en casos determinados, es lícito abstenerse”.
Por tanto, “es moralmente lícito renunciar a la aplicación de métodos terapéuticos o suspenderlos, cuando su intención no corresponde al criterio ético o humanístico que vendrá definido como ‘proporcionalidad de los cuidados’”.
“Consiente entonces tomar una decisión que se califica moralmente como renuncia a la ‘obstinación terapéutica’”.
El Papa recordó que el Catecismo asegura que “no se quiere de esta manera procurar la muerte: se acepta no poder impedirla”. “Esta diferencia de perspectiva devuelve a la humanidad el acompañamiento de morir, sin abrir justificación a la supresión del vivir”.
“Vemos bien que no poner en práctica medios desproporcionados o suspender el uso equivale a evitar la ‘obstinación terapéutica, es decir, realizar una acción que tiene un significado ético completamente diverso a la eutanasia, que es siempre ilícita porque propone interrumpir la vida procurando la muerte”.
El Papa también se muestra consciente de que “para establecer, sea una intervención médica clínicamente apropiada o efectivamente proporcionada, no es suficiente aplicar de modo mecánico una regla general”.
Para ello es necesario poseer un “atento discernimiento que “tenga en cuenta el objeto moral, las circunstancias y las intenciones de los sujetos involucrados”.
“La dimensión personal y relacional de la vida –y del morir mismo, que es siempre un momento extremo en la vida–, debe tener en la atención y en el acompañamiento del enfermo un espacio adecuado a la dignidad del ser humano”.
El Papa destaca que también debe ser el paciente el que “en diálogo con los médicos evalúe los tratamientos que le son propuestos y juzgue su efectiva proporcionalidad en las situaciones concretas, renunciando a ella si tal proporcionalidad faltase”.
Por otro lado, el Santo Padre denuncia que algunos tratamientos sólo los pueden pagar aquellos que poseen una gran solvencia económica, algo que es “bien visible a nivel global comparando los diferentes continentes”.
Además, invita a “dar amor” “de la manera que le sea propia a cada uno: padre, madre, hijo, hija hermano o hermana, médico o enfermera”. “Aunque sabemos que no podemos garantizar siempre la curación de la enfermedad, debemos prestar atención a la persona que la sufre”.
Francisco además señala que “la medicina paliativa” “se reviste de una gran importancia también en el plano cultural, comprometiéndose a combatir todo lo que hace morir más angustioso y con más sufrimiento, es decir, el dolor y la soledad”.
Los gobiernos “no pueden renunciar a tutelar a los sujetos involucrados, defendiendo la fundamental igualdad por la que cada uno es reconocido con el derecho como ser humano que vive junto a otros en la sociedad”.