El Papa Francisco afirmó que “el cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay espacio para la lujuria ni para la superficialidad. ¡Cada hombre y mujer merecen más!”.
Al igual que la semana pasada, el Santo Padre dedicó su catequesis de la Audiencia General de este miércoles 31 de octubre en el Vaticano a continuar reflexionando sobre el 6º Mandamiento del Decálogo: “No cometerás adulterio”.
Francisco recordó que “la criatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, en su polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena destinada a amar y a ser amada”.
Por lo tanto, “el Mandamiento ‘No cometerás adulterio’ nos orienta a nuestra llamada originaria, que la del amor conyugal pleno y fiel, que Jesucristo no ha revelado y entregado”.
“El amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. De hecho, nuestra dimensión afectiva es una llamada al amor que se manifiesta en la fidelidad, en la acogida y en la misericordia”, señaló.
Afirmó que “no se debe olvidar que este Mandamiento se refiere explícitamente a la fidelidad matrimonial, y, por lo tanto, es necesario reflexionar a fondo sobre su significado ‘conyugal’”.
Además, hizo referencia a la Carta de San Pablo a los Efesios en la que dice: “Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para santificarla”.
El Pontífice aseguró que “este fragmento de la Escritura, de la Carta de San Pablo, es revolucionario. Pensar con la antropología de aquel tiempo en decir que el marido debe amar a la mujer como Cristo ama a la Iglesia…, ¡es una revolución! Quizás, en aquel tiempo fue la cosa más revolucionaria que se dijo sobre el matrimonio. Siempre en el camino del amor”.
En este sentido, se preguntó: “este mandamiento de fidelidad, ¿a quién está dirigido? ¿Sólo a los esposos? En realidad, este mandamiento es para todos, es una Palabra paterna de Dios dirigida a cada hombre y mujer”.
“Recordemos que el camino de la maduración humana es el recorrido mismo del amor que va del recibir cuidados a la capacidad de ofrecer cuidados, de recibir la vida a la capacidad de dar la vida. Ser hombres y mujeres adultos quiere decir llegar a vivir una actitud conyugal y paterna que se manifiesta en las diferentes situaciones de la vida, como la capacidad de tomar sobre sí el peso de otro y amarlo sin ambigüedad”.
El Papa planteó: “¿Quién es, por lo tanto, el adultero, el lujurioso, el infiel? Es una persona inmadura que sólo vive para sí mismo y que interpreta las situaciones en función de su propio bienestar y de su propio beneficio”.
Por lo tanto, “para casarse, no es suficiente con celebrar el matrimonio. Es necesario recorrer el camino que va del ‘yo’ al ‘nosotros’. Cuando lleguemos a descentralizarnos, entonces todo acto será conyugal: trabajamos, hablamos, decidimos, nos encontramos con los demás con una actitud de acogida”.
“Toda vocación cristiana, en este sentido, es conyugal. El sacerdocio lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto”.
Francisco repitió: “Toda vocación cristiana es conyugal, porque es fruto del vínculo de amor en el cual todos hemos sido regenerados, del vínculo de amor con Cristo”.
“A partir de su fidelidad, de su ternura, de su generosidad, miramos con fe el matrimonio y a toda vocación, y comprendemos el sentido pleno de la sexualidad”, finalizó.
Catequesis del Papa Francisco sobre la fidelidad en el matrimonio
En la Audiencia General de este miércoles 31 de octubre, el Papa Francisco reflexionó sobre el valor de la fidelidad en el matrimonio.
A partir del 6º Mandamiento del Decálogo, “No cometerás adulterio”, el Santo Padre reflexionó sobre la belleza de la afectividad humana: “Nuestra dimensión afectiva es una llamada al amor que se manifiesta en la fidelidad, en la acogida y en la misericordia”, afirmó.
A continuación, la catequesis del Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy me gustaría completar la catequesis sobre la Sexta Palabra del Decálogo - "No cometerás adulterio"- destacando que el amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. Efectivamente, nuestra dimensión emocional es una llamada al amor, que se manifiesta con la fidelidad, la acogida y la misericordia. Esto es muy importante. ¿Cómo se manifiesta el amor? Con la fidelidad, la acogida y la misericordia.
Sin embargo, no se debe olvidar que este mandamiento se refiere explícitamente a la fidelidad matrimonial y, por lo tanto, es bueno reflexionar más profundamente sobre su significado conyugal. ¡Este pasaje de las Escrituras, este pasaje de la Carta de San Pablo, es revolucionario! Pensar, con la antropología de ese tiempo, y decir que el esposo debe amar a su esposa como Cristo ama a la Iglesia: ¡pero es una revolución! Quizás, en aquel tiempo, es lo más revolucionario que se ha dicho sobre el matrimonio. Siempre en el camino del amor. Podemos preguntarnos: este mandato de fidelidad, ¿a quién está destinado? ¿Solo a los esposos? En realidad, este mandato es para todos, es una paterna Palabra de Dios dirigida a cada hombre y mujer.
Recordemos que el camino de la madurez humana es el camino mismo del amor que va del recibir cuidados a la capacidad de prestarlos, desde recibir la vida hasta la capacidad de dar vida.
Convertirse en hombres y mujeres adultos significa llegar a vivir la actitud conyugal y paternal, que se manifiesta en las diversas situaciones de la vida como la capacidad de asumir el peso de otra persona y amarla sin ambigüedad. Por lo tanto, es una actitud global de la persona que sabe asumir la realidad y entablar una relación profunda con los demás.
¿Quién es entonces el adúltero, el lujurioso, el infiel? Es una persona inmadura, que se guarda su propia vida e interpreta las situaciones según su propio bienestar y satisfacción. Así, para casarse, ¡no es suficiente celebrar la boda! Necesitamos hacer un camino del "yo" al "nosotros", del pensar solo a pensar en dos, de vivir solos a vivir en dos: es un camino hermoso, es un camino hermoso. Cuando llegamos a descentralizarnos, entonces todo acto es conyugal: trabajamos, hablamos, decidimos, encontramos a otros con una actitud acogedora y oblativa.
Toda vocación cristiana, en este sentido, -ahora podemos ampliar un poco la perspectiva y decir que toda vocación cristiana, en este sentido-, es conyugal. El sacerdocio lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto, el cuidado concreto y la sabiduría que el Señor da. La Iglesia no necesita aspirantes al papel de sacerdotes, - no, no sirven, mejor que se queden en casa- sino que le sirven a hombres a quienes el Espíritu Santo toca el corazón con un amor incondicional por la Esposa de Cristo. En el sacerdocio se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura y la fuerza de un esposo y de un padre. Así también, la virginidad consagrada en Cristo se vive con fidelidad y alegría como una relación conyugal y fecunda de maternidad y la paternidad.
Repito: toda vocación cristiana es conyugal, porque es fruto del vínculo de amor en el que todos somos regenerados, el vínculo de amor con Cristo, como nos ha recordado el pasaje de san Pablo leído al principio. Partiendo de su fidelidad, de su ternura, de su generosidad, miramos con fe al matrimonio y a cada vocación, y entendemos el significado completo de la sexualidad.
La criatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, y en su polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena, destinada a amar y ser amada. El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay espacio para la lujuria y para su superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres merecen más que esto!
Por lo tanto, la Palabra "No cometerás adulterio", aunque sea en forma negativa, nos orienta a nuestra llamada original, es decir, al amor conyugal pleno y fiel, que Jesucristo nos ha revelado y nos ha dado (cf. Rom 12: 1).
Centro Areté lanza curso “Madurando en mi Sexualidad-Genitalidad”
El próximo 16 de noviembre se iniciará el nuevo curso virtual del Centro Areté “Madurando en mi Sexualidad-Genitalidad”.
Este curso es parte de un programa de la “Escuela de Afectividad y Sexualidad: AmorEs” del Centro Areté y dura un mes.
El objetivo es brindar una respuesta a la distorsión de la sexualidad del ser humano “hasta el punto de generar sufrimiento, en lugar de bienestar, esclavitud, en lugar de libertad”.
Se desarrollarán temas como el amor conyugal, la castidad, el celibato consagrado, la pornografía, entre otros.
El director general del Centro Areté, Humberto Del Castillo, afirmó que “quien vive el amor y la madurez afectiva vivirá la castidad y la pureza y, en sentido contrario, se puede decir que la castidad es una consecuencia de la vivencia del amor y de la madurez afectiva”.
Puede inscribirse llenando un formulario AQUÍ. Para más información puede escribir al correo electrónico: comunicaciones@centroarete.org.