El Papa Francisco inauguró este 21 de febrero el encuentro con los obispos del mundo sobre la protección de menores que se llevará a cabo en el Vaticano hasta el próximo 24 de febrero y animó a buscar con valentía “curar las graves heridas del escándalo de la pedofilia” en la Iglesia.
Después de la oración matutina en el Aula Nueva del Sínodo, el Santo Padre explicó que “ante el flagelo del abuso sexual perpetrado por hombres de la Iglesia que han dañado a los menores” decidió convocar a Patriarcas, Cardenales, Arzobispos, Obispos, Superiores Religiosos y otros responsables de algunos Dicasterios vaticanos, para que “juntos escuchemos al Espíritu Santo y con docilidad escuchemos el clamor de los pequeños que piden justicia”.
De este modo, el Papa recordó a los 190 participantes del encuentro, “el peso de la responsabilidad pastoral y eclesial, que nos obliga a discutir juntos, de manera sinodal, sincera y profunda sobre cómo enfrentar este mal que aflige a la Iglesia y a la humanidad”.
“El santo pueblo de Dios nos mira y espera de nosotros no solo condenas simples y obvias, sino medidas concretas y efectivas", exclamó.
En esta sentido, el Pontífice alentó a comenzar este “camino armado con la fe y el espíritu de máxima parresía, valentía y concreción” y para ello, los participantes recibieron un documento preparado por diversas Comisiones y Conferencias Episcopales, sobre el cual el Papa explicó que son importantes criterios “líneas guías para ayudar a nuestra reflexión” que son “un punto de partida” que no quita “la creatividad que debe haber en este encuentro”.
Asimismo, el Papa Francisco agradeció a la Pontificia Comisión para la protección de menores, la Congregación para la Doctrina de la Fe y a los miembros del Comité organizador “por el excelente trabajo desarrollado con gran compromiso para preparar este encuentro”. “¡Muchas gracias!”, expresó.
Al finalizar, el Santo Padre pidió al Espíritu Santo “sostenernos en estos días y ayudarnos a transformar este mal en una oportunidad de conciencia y de purificación” y a la Virgen María para que los “ilumine para buscar curar las graves heridas que el escándalo de la pedofilia ha causado, sea en los pequeños que en los creyentes”, concluyó.
El programa del encuentro prevé que de jueves a sábado haya tres relaciones cada día, la primera fue realizada por el Cardenal Luis Antonio Tagle con el título “El olor de las ovejas. Saber su dolor y curar sus heridas está en el corazón de la tarea del pastor”. Diariamente también los participantes tendrán espacio para las preguntas, trabajos en diferentes grupos lingüísticos y oración por la tarde con el testimonio de una víctima de abusos.
El sábado por la tarde se llevará a cabo una liturgia penitencial y el domingo por la mañana una Concelebración Eucarística, ambos eventos serán en la Sala Regia del Vaticano. Al finalizar la Misa, el Papa Francisco pronunciará su discurso final.
“¿Cómo podemos profesar nuestra fe en Cristo si cerramos nuestros ojos a todas las heridas provocadas por el abuso?”. Con esta pregunta, el Cardenal Luis Antonio Tagle, Arzobispo de Manila y primer relator en participar en el Encuentro sobre la Protección de Menores en la Iglesia, que se está celebrando en el Vaticano desde hoy y hasta el próximo domingo 24 de febrero, plantó la necesidad de una mayor implicación de la Iglesia en la curación de las víctimas de abusos sexuales por parte de miembros del clero.
En su relación ante los 114 Presidentes de Conferencias Episcopales y demás participantes en el Encuentro, el Cardenal Tagle reconoció “nuestra mala gestión de estos crímenes” y destacó que “nuestro pueblo necesita que nos acerquemos a sus heridas, que reconozcamos nuestros errores y que ofrezcamos un testimonio auténtico y creíble de nuestra fe en la resurrección”.
“Esto significa que cada uno de nosotros, y nuestros hermanos y hermanas, debe asumir una responsabilidad personal para la sanación de esas heridas en el cuerpo de Cristo y hacer un firme compromiso de hacer todo lo que está en nuestra capacidad para que los niños estén seguros en nuestras comunidades”.
El Cardenal señaló la obligación de la Iglesia de cumplir su deber con la justicia, pero, una vez cumplida esa obligación, afirmó que la preocupación debe ser “ayudar a las víctimas a sanar de las heridas del abuso”.
“Porque la justicia es necesaria, pero por sí misma no sana, no cura el corazón humano roto, las emocionas profundas que yacen en los corazones tan gravemente afectados. Debemos tener conciencia de que las víctimas que sobreviven sufren un gran estrés y sufrimiento, un aumento de la ansiedad y de la depresión, una baja autoestima, sufren conflictos interpersonales que surgen a causa de este quebrantamiento interior que tienen”, explicó.
Por lo tanto, “debemos, al hablar del perdón de las víctimas, aclara muy bien que no estamos pidiendo a las víctimas que olviden, ni que dejen pasar lo que sucedió, ni, mucho menos, que se justifique el abuso y que sigan adelante”.
“Debemos lograr una sanación más profunda, y sabemos que el perdón es el camino poderoso y demostrado, hasta científicamente, que este es el camino para la curación del corazón. Debemos construir la confianza proporcionando un amor incondicional, pidiendo reiteradamente perdón, reconociendo plenamente que no merecemos ese perdón, que no tenemos derecho al perdón en orden a la justicia, sino que el perdón es un don, un regalo en el proceso de la sanación”.
Finalmente, “nos preocupa que en algunos casos los Obispos y religiosos sientan la tentación de elegir entre la víctima y el abusador. ¿Cómo resolver esto?”.
Señaló que la clave está en poner el foco en la justicia y en el perdón. “Debemos centrarnos en ambos elementos, en la justicia y en el perdón a la vez. Debemos ayudar a las víctimas a que expresen su profundo pesar y ayudarlas a sanar. En cuanto a los abusadores debemos hacer justicia y ayudarlos a que encaren la verdad sin racionalizaciones, pero al mismo tiempo no debemos descuidar su mundo interior”.
El Secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Mons. Charles Scicluna animó a los participantes del encuentro para protección de menores este 21 de febrero a respetar los protocolos y a tomar las decisiones en forma colegial.
Durante su relación titulada “Iglesia como hospital de campo. Tomando responsabilidad”, el Prelado remarcó la importancia de que los líderes de la Iglesia colaboren con las autoridades civiles durante los procesos originados por las acusaciones a abusos de menores.
“Se nos ha confiado el cuidado de nuestro pueblo es nuestro deber sagrado, por lo tanto, proteger a nuestro pueblo y garantizar la justicia cuando se ha abusado de ella”, afirmó.
Mons. Scicluna citó la carta pastoral del Papa Benedicto XVI a los católicos de Irlanda del 19 de marzo de 2010 para explicar que “solo examinando cuidadosamente los numerosos elementos que dieron lugar a la crisis actual es posible efectuar un diagnóstico claro de sus causas y encontrar remedios eficaces”.
En aquel entonces, Benedicto XVI enumeró algunos de los factores que contribuyeron a ella como “los procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa; la insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios y noviciados; una tendencia en la sociedad a favorecer al clero y otras figuras de autoridad y una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y por evitar escándalos, cuyo resultado fue la falta de aplicación de las penas canónicas en vigor y la falta de protección de la dignidad de cada persona”.
En esta línea, Mons. Scicluna compartió algunas sugerencias prácticas “marcadas por la prudencia y la preocupación para salvaguardar a los niños y jóvenes”. En primer lugar, se refirió a cómo denunciar una conducta sexual inapropiada y destacó que es fundamental que “la comunidad sepa que tiene el deber y el derecho de denunciar la mala conducta sexual de una persona a la diócesis o a la orden religiosa”.
Por otro lado, el Secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe animó a “respetar los protocolos establecidos y respetar también las leyes civiles” así como también dijo que es fundamental que las acusaciones se investiguen con ayudas de expertos y que la investigación se concluya “sin demoras innecesarias”.
En esta línea, el Prelado destacó la importancia de que las autoridades eclesiásticas tomen las decisiones “en forma colegial” y cuenten con la asesoría de expertos para que los obispos puedan acompañar pastoralmente a las víctimas, a los sacerdotes acusados, a la comunidad de los fieles y a la sociedad en general. Para ello, animó a escuchar y a acompañar a las víctimas que es como “un Via Crucis que no debemos perder”.
“El resultado de la investigación de la mala conducta sexual del clero a menores de 18 años debe ser remitido a la Congregación para la Doctrina de la Fe y, en este caso, el ordinario del lugar está autorizado para aplicar medidas cautelares que limitan o prohíben el ejercicio del ministerio”, explicó.
Después de explicar el proceso penal eclesiástico, Mons. Scicluna recordó que un aspecto fundamental del ejercicio pastoral de estos casos es la conexión adecuada con la jurisdicción civil por lo que pidió “respetar la competencia de las autoridades estatales. Las leyes deben ser respetadas y debemos colaborar por el bien de la Iglesia y por el bien de la sociedad en general”.
Para que un juicio sea justo, el Arzobispo afirmó que el acusado debe tener la posibilidad de apelar, y una vez concluido el proceso “es deber del ordinario informar a la comunidad los resultados del proceso” se que haya sido declarado culpable o inocente.
En el caso de que las acusaciones hayan sido falsas y el acusado sea inocente, Mons. Scicluna reconoció que “sabemos todos perfectamente que es muy difícil el restaurar el buen nombre de un sacerdote que ha podido ser acusado injustamente, la cuestión posterior de la asistencia en estos casos es muy importante para velar por los intereses y el buen nombre de la persona”.
Por otro lado, el Prelado señaló que es fundamental la selección de los candidatos al sacerdocio y sugirió que deben ser estudiados y aplicados a fondo los recientes documentos de la Congregación del clero, como la Ratio Fundamentalis, para prestar “la máxima atención al tema de la tutela de los menores y de los adultos vulnerables, vigilando cuidadosamente que quienes solicitan la admisión a un seminario o a una casa de formación, o quienes presentan la solicitud para recibir las Órdenes, no incurran de alguna manera en delitos o situaciones problemáticas en este ámbito”.
Además, Mons. Scicluna citó la Ratio Fundamentalis para remarcar que “los formadores deben garantizar un especial y pertinente acompañamiento personal a quienes hayan sufrido experiencias dolorosas en este ámbito” y agregó que “en el programa, tanto de la formación inicial como de la formación permanente, se deben insertar lecciones específicas, seminarios o cursos sobre la protección de los menores”.
Por otro lado, citó de nuevo la carta pastoral del Papa Benedicto XVI a los católicos de Irlanda para remarcar que el pueblo de Dios espera que los Obispos sean “santos, que vivan con sencillez y busquen día tras día la conversión personal” por lo que exhortó “a renovar su sentido de responsabilidad ante Dios, para crecer en solidaridad con vuestro pueblo y profundizar vuestra solicitud pastoral por todos los miembros de vuestro rebaño”.
En particular, Benedicto XVI sugirió al episcopado preocuparse “por la vida espiritual y moral de cada uno de sus sacerdotes” y alentó a los laicos para cooperar “más plenamente en la vida y en la misión de la Iglesia”.
Por último, Mons. Scicluna citó la carta al pueblo de Dios del Papa Francisco del 20 de agosto de 2018 para insistir que “es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables” por lo que animó a pedir “perdón por los pecados propios y ajenos” y a comprometerse más “con el presente en un camino de renovada conversión”, concluyó.
Mons. Luis Argüello, portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y Obispo auxiliar de Valladolid, explicó durante una entrevista en la Cadena Cope algunos de los principales puntos de la Cumbre contra los abusos sexuales que está teniendo lugar en el Vaticano hasta el próximo día 24 de febrero.
Según explicó el Prelado, este encuentro en el que participan todos los presidentes de las conferencias episcopales del mundo y superiores de congregaciones, entre ellos el Cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la CEE, supone recoger el trabajo realizado “muy a tientas desde principio de los años 80 y con mucha decisión a partir del 2002 y no digamos en el pontificado de Francisco”.
En ese sentido aseguró que se pretende “caer en la cuenta de que [la Iglesia] tiene muchas cosas por las que pedir perdón y muchas personas a las que mirar a los ojos y pedirles perdón”, porque reconoció que en ocasiones el abordaje y gestión de los problemas “no se ha hecho del todo bien por parte de los responsables, pero también por un clima social y en la Iglesia a la hora de valorar determinados comportamientos”.
También aseguró que “con motivo de la preparación de este encuentro y en los últimos años se está haciendo un gran esfuerzo, en cuanto a medidas formativas, preventivas y todo lo que tiene que ser la colaboración con las autoridades civiles en un encuentro como el de estos días en el que está representado todo el mundo, porque las legislaciones en un sitio y otro del mundo son muy distintas”.
Un momento, que según explicó el portavoz de la CEE, debe servir “para que la Iglesia pueda ponerse a punto para colaborar con toda la sociedad a la hora de abordar esta situación”.
Mons. Argüello hizo un repaso sobre el tratamiento de los casos de abusos sexuales a menores dentro de la Iglesia y recordó que en los años 80 “se comenzó a tomar conciencia que llega a la situación de abordar medidas, que es cuando en el año 2002 la Santa Sede, a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pide a las diócesis del mundo que estos delitos sean considerados “delitos graves” en la expresión del propio Código de Derecho Canónico, con lo que supone esto a la forma de abordarlos de colaboración con las administraciones públicas y con sanciones graves”.
Además subrayó que en esa época en la que la Iglesia comienza a tomar medidas ante estos casos, “en España baja la edad penal en lo que puede ser el consentimiento para las relaciones sexuales. Mientras que en la Iglesia este consentimiento está vinculado a la mayoría de edad” y por lo tanto, “en la Iglesia la forma de contar la prescripción comienza más tarde y con más tiempo, incluso en estos delitos más graves no se cuenta la prescripción”.
En ese sentido subrayó que aunque “la prescripción [de los delitos] es un buen invento para construir la civilización, para regenerar la memoria, mirar hacia delante”, sin embargo explicó que “hay determinados delitos en el que todas la precauciones a la hora de evitar las repeticiones” son pocas.
“La Iglesia como institución da este paso, y muchas otras instituciones también están afectadas en este problema social global y creo que aunque a veces lo hayamos hecho tarde y no muy bien del todo, estamos plenamente decididos a mejorar la forma de hacer, sabiendo que las cuestiones que radican en la libertad y en el mal no se erradica nunca del todo”, aseguró el Prelado.
Carta del Ministerio de Justicia
Mons. Argüello también habló sobre una carta remitida al Presidente de la Conferencia Episcopal Española por parte del Ministerio de Justicia en la que pedía información sobre todos los casos de abusos sexuales a menores que de los que se tiene conocimiento. La ministra de Justicia, Dolores Delgado, había dado la noticia del envío de esta carta y del consiguiente requerimiento de información en una entrevista a pesar de que la carta no había sido recibida todavía por parte de la CEE.
En ese sentido el Prelado explicó que la carta “se recibió en la noche” y subrayó que el hecho de que el Ministerio de Justicia “ponga solo el foco en los abusos en la Iglesia, desenfoca. Porque es un problema global, social, en el que la iglesia quiere colaborar en el reconocimiento de sus casos y renovación de sus formas de hacer”.
En ese sentido, el Obispo auxiliar de Valladolid también subrayó que “la situación ha sido y es dolorosa en las personas afectadas y en la credibilidad”. Pero recordó “la gran mayoría de sacerdotes y religiosos cuyo comportamiento es ejemplar o, al menos, normal de lo que se puede esperar de una persona consagrada”.
“Asuntos así y también la forma de haberlos abordado daña a la credibilidad de la Iglesia, de ahí nuestro interés en el reconocimiento de los hechos, la petición de perdón y de la puesta en marcha de los protocolos y medidas que puedan ayudarnos a abordar las situaciones”, afirmó.
“El Papa Francisco con esta misma convocatoria de esta reunión que comienza ahora en Roma es suficiente motivo para poder confiar en la credibilidad de lo que la Iglesia ha hecho y va a hacer a partir de ahora”, explicó.
El Papa Francisco entregó una lista de 21 puntos de reflexión, formulados por las distintas Comisiones y Conferencias Episcopales, a los obispos participantes en el Encuentro sobre la Protección de Menores que tiene lugar en el Vaticano.
Durante la sesión inaugural de este 21 de febrero, el Papa señaló que estos puntos son “unas líneas orientativas para ayudar a nuestra reflexión”, “son un punto sencillo de partida, que viene de vosotros y vuelve a vosotros, y que no quita la creatividad que debe tener este encuentro”.
En ellos se establecen algunas propuestas, como “elaborar un vademécum” que ayude a guiar los pasos a seguir desde el momento en que aparece una denuncia de abuso; informar a las autoridades civiles y eclesiásticas; o elevar la edad mínima para contraer matrimonio.
Durante un encuentro con los periodistas, Mons. Charles Scicluna, Arzobispo de Malta, Secretario Adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Miembro del Comité Organizativo del Encuentro, señaló que estos 21 puntos cubren todos los aspectos del encuentro: “La buena gobernanza sobre esta cuestión, varias propuestas que van a abordar el tema de la actitud, protocolos al encarar los casos, y también tratar de ver las decisiones importantes”.
“Los 21 puntos se refieren a una forma de compromiso, son una hoja de ruta para nuestro debate, son puntos muy concretos y, por lo tanto, hay que tomarlos en atenta consideración, de forma muy seria. Estos puntos no recibirán una respuesta en tres días, pero darán nuevas políticas. El aspecto más importante es que el Santo Padre no quiere únicamente que se asuman esos puntos, sino que se adquieran medidas concretas. Se trata de una motivación”.
A continuación los 21 puntos entregados por el Papa Francisco:
1. Elaborar un vademecum práctico en el que se especifiquen los pasos a seguir por la autoridad en todos los momentos clave de la aparición de un caso.
2. Proveerse de estructuras de escucha, compuestas por personas capacitadas y expertas, donde se realiza un primer discernimiento de los casos de presuntas víctimas.
3. Establecer criterios para la implicación directa del Obispo o del Superior Religioso.
4. Implementar procedimientos compartidos para el análisis de las acusaciones, la protección de las víctimas y el derecho de defensa de los acusados.
5. Informar a las autoridades civiles y a las autoridades eclesiásticas superiores de acuerdo con las normas civiles y canónicas.
6. Revisar periódicamente los protocolos y normas para salvaguardar un ambiente protegido para los menores en todas las estructuras pastorales; protocolos y normas basados en los principios de la justicia y la caridad, y que deben ser integrados para que la acción de la Iglesia, también en este campo, se ajuste a su misión.
7. Establecer protocolos específicos para el manejo de las acusaciones contra los Obispos.
8. Acompañar, proteger y atender a las víctimas, ofreciéndoles todo el apoyo necesario para su completa sanación.
9. Aumentar la conciencia de las causas y consecuencias del abuso sexual a través de iniciativas de formación permanente de obispos, superiores religiosos, clérigos y agentes pastorales.
10. Preparar caminos para la atención pastoral de las comunidades heridas por los abusos, así como caminos penitenciales y de recuperación para los culpables.
11. Consolidar la colaboración con todas las personas de buena voluntad y con los medios de comunicación para poder reconocer y discernir los casos verdaderos de los falsos, las acusaciones de las calumnias, evitando rencores e insinuaciones, rumores y difamaciones (cf. Discurso a la Curia Romana, 21 de diciembre de 2018).
12. Elevar la edad mínima para contraer matrimonio a 16 años.
13. Establecer disposiciones que regulen y faciliten la participación de expertos laicos en las investigaciones y en los diferentes grados de juicio de los procesos canónicos sobre abuso sexual y/o de poder.
14. El derecho a la defensa: también es necesario salvaguardar el principio de derecho natural y canónico de la presunción de inocencia hasta que se pruebe la culpabilidad del acusado. Por lo tanto, es necesario evitar la publicación de las listas de los acusados, incluso por parte de las diócesis, antes de la investigación previa y la condena definitiva.
15. Respetar el principio tradicional de proporcionalidad de la pena con respecto al delito cometido. Dictaminar que los sacerdotes y obispos culpables de abuso sexual de menores abandonen el ministerio público.
16. Introducir reglas concernientes a los seminaristas y candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa. Para esto, introducir programas de formación inicial y permanente para consolidar su madurez humana, espiritual y psicosexual, así como sus relaciones interpersonales y su comportamiento.
17. Para los candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada, se ha de realizar una evaluación psicológica por parte de expertos cualificados y acreditados.
18. Indicar las normas que rigen el traslado de un seminarista o de un aspirante religioso de un seminario a otro; así como de un sacerdote o religioso de una diócesis o congregación a otra.
19. Formular códigos de conducta obligatorios para todos los clérigos, religiosos, personal de servicio y voluntarios, con el fin de definir límites apropiados en las relaciones personales. Especificar los requisitos necesarios para el personal y los voluntarios, y verificar sus antecedentes penales.
20. Ilustrar toda la información y datos sobre los peligros del abuso y sus efectos, sobre cómo reconocer las señales de abuso y cómo denunciar a las sospechas de abuso sexual. Esto debe hacerse en colaboración con los padres, profesores, profesionales y las autoridades civiles.
21. Donde aún no se ha hecho, es necesario instituir un organismo de fácil acceso para las víctimas que deseen denunciar los delitos. Un organismo que goce de autonomía también con respecto a la autoridad eclesiástica local, y que esté compuesto por personas expertas (clérigos y laicos), que sepan expresar la atención de la Iglesia a aquellos que, en este campo, se consideran ofendidos por actitudes inadecuadas por parte de clérigos.
El P. Federico Lombardi, exportavoz del Vaticano, fue entrevistado en la cadena Cope en relación al inicio de la Cumbre contra los abusos sexuales en la Iglesia que comenzó hoy 21 de febrero en el Vaticano y que se prolongará hasta el próximo domingo 24 de febrero.
El P. Lombardi es coordinador y moderador de esta histórica cumbre dedicada a la protección de los menores. En una entrevista concedida a la cadena Cope, el P. Lombardi explicó que en relación a esta cumbre “la idea del Santo Padre es que debemos tener expectativas proporcionadas, no demasiado grandes, porque si no será una desilusión”
“En tres días y medio no se pueden solucionar todos los problemas del mundo, pero sí se puede dar un gran paso adelante y el que gran paso que nos invita a dar el Papa es en la dirección de una conciencia y solidaridad de la Iglesia universal en solucionar estos problemas de la protección de los menores”, declaró el P. Lombardi
En ese sentido explicó que “hay regiones y obispos que han hecho mucho en esta dirección y que tienen modelos de intervención, oficinas organizadas para este servicio en la escucha de las víctimas, y procedimientos de intervención… Pero también hay otras regiones en el mundo, más pobres o que con una cultura del ocultamiento difundida, en las que se ha hecho poco”.
Por eso precisó que una de las grandes esperanzas de este encuentro es “compartir las buenas prácticas y soluciones de manera que los obispos que vuelven a sus casas y diócesis tengan una idea muy clara y muy decidida de lo que tienen que hacer”.
“Es una responsabilidad con los niños del mundo, no solo los de nuestras comunidades que son preciosísimos, sino que hay que ayudar a la sociedad y a muchas otras personas a entender lo que pasa. Porque hemos tenido experiencias trágicas con este problema y no queremos que ni en la Iglesia ni en ninguna sociedad o en las culturas que tienen poca experiencia, se repitan estos errores”, precisó el responsable de esta histórica cumbre.
El P. Lombardi también afirmó que el punto de partida debe ser siempre “la escucha a las víctimas y entender lo que pasa con estos crímenes, que son graves no sólo en sí mismos sino que causan un sufrimiento muy profundo y consecuencias que pueden durar toda la vida”, es decir, a pesar del tiempo transcurrido, incluso “decenas de años”, ellos todavía sufren las consecuencias.
“Tenemos que entender bien porqué en el pasado no se ha confrontado suficientemente los problemas, porqué no se entendía o no se quería entender y se escondía los hechos porque no se comprendía y no se aceptaba la gravedad del sufrimiento y las consecuencias”, aseguró el sacerdote.
Además insistió en que “escuchar a las víctimas es entender cuál es realmente el problema y así tener toda la motivación de la responsabilidad, de hacer todo lo que se pueda para erradicar estos problemas”.
“Si hubiéramos entendido antes y claramente la gravedad de estos problemas y de los encubrimiento hubiera sido mejor, pero ahora es tarde; tenemos que reaccionar urgentemente para difundir la conciencia y responsabilidad y los buenos procedimientos para la prevención y evitar así estos crímenes”, apuntó.
Por eso explicó también la importancia de que los responsables, como obispos y superiores de comunidades, “rindan cuentas a la comunidad y a la Iglesia”.
“Que no solo se sientan responsables delante de Dios y en su conciencia, sino también delante de la sociedad y de la comunidad”, subrayó.
También aseguró que la comunidad y las víctimas deben conocer cuáles son los pasos a seguir para reclamar las responsabilidades
El P. Lombardi recordó la importancia de seguir las leyes vigentes en el país en relación con estos crímenes, porque “la Iglesia es responsable del bien común, con la comunidad y la sociedad del país en donde está la Iglesia”.
“Hay culturas y leyes diferentes, pero las leyes del país por estos crímenes tienen que ser respetadas. La Iglesia ya tiene sus procesos canónicos con penas en el campo espiritual y en el ministerio sacerdotal, pero la sociedad también debe imponer sus penas”, subrayó.