Papa Francisco propone el "antídoto" al envejecimiento del corazón


En la Misa de canonización que tuvo lugar este domingo 13 de octubre en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Papa Francisco propuso la oración como “la puerta de la fe”, “la medicina del corazón”.


Según explicó durante la homilía, el Papa animó a invocar “con confianza cada día el nombre de Jesús: Dios salva. Repitámoslo; es rezar. La oración es la puerta de la fe, la oración es la medicina del corazón”.

Y subrayó que el agradecimiento es muy importante porque es “el antídoto al envejecimiento del corazón”.

“No es cuestión de cortesía, de buenos modales es cuestión de fe. Un corazón que agradece se mantiene joven. Decir: ‘Gracias, Señor’ al despertarnos, durante el día, antes de irnos a descansar es el antídoto al envejecimiento del corazón. Así también en la familia, entre los esposos: acordarse de decir gracias. Gracias es la palabra más sencilla y beneficiosa”, aseguró.

Además explicó que “cuando encontramos a Jesús, el ‘gracias’ nace espontáneo, porque se descubre lo más importante de la vida, que no es recibir una gracia o resolver un problema, sino abrazar al Señor de la vida”.

El Papa Francisco también afirmó que la fe “aumenta con el don y crece con el riesgo” y el Señor “hace milagros si salimos de nuestras certezas acomodadas, si dejamos nuestros puertos seguros, nuestros nidos confortables”.

Y aseguró que “nuestra tarea hacernos cargo del que ha dejado de caminar, de quien ha perdido el rumbo: somos protectores de nuestros hermanos alejados. Somos intercesores para ellos, somos responsables de ellos, estamos llamados a responder y preocuparnos por ellos”.

“¿Quieres crecer en la fe? Hazte cargo de un hermano alejado, de una hermana alejada”, aseguró el Papa.

Esto propone el Papa Francisco contra dependencia al dinero, juego y teléfono
Durante la homilía de la Misa en la que se canonizó al Cardenal John Henry Newman, Giuseppina Vannini, María Teresa Chiramel Mankidiyan, Dulce Lopes Pontes y Margarita Bays, el Papa Francisco alertó de la necesidad de ser sanados de los “vicios que nos esclavizan”.

“Como esos leprosos, también nosotros necesitamos ser curados, todos. Necesitamos ser sanados de la falta de confianza en nosotros mismos, en la vida, en el futuro; de tantos miedos; de los vicios que nos esclavizan; de tantas cerrazones, dependencias y apegos: al juego, al dinero, a la televisión, al teléfono, al juicio de los demás”, aseguró.

Por eso animó a pedir al Señor que libere y cure nuestro corazón. “Si lo invocamos, si le decimos: ‘Señor, yo creo que puedes sanarme; cúrame de mis cerrazones, libérame del mal y del miedo, Jesús’”, subrayó ante los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro.

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