VATICANO, 03 Abr. 17 / 05:05 am (ACI).- En la homilía pronunciada en la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco recordó que “todos somos pecadores” y que debemos evitar caer en la corrupción a la que nos lleva el pecado.
“La única que no tiene pecado es la Virgen, señaló el Santo Padre, que comentó el fragmento del Evangelio de San Juan en el que los escribas y fariseos llevan ante Él a una mujer acusada de adulterio a la que querían lapidar. Pero Jesús le salva la vida y le perdona los pecados. También comentó el fragmento del libro de Daniel en el que los ancianos y jueces del pueblo condenaron a muerte a Susana acusándola falsamente de adulterio.
“Siempre ha habido en el mundo jueces corruptos. También hoy en todas las partes del mundo los hay”, lamentó. Ahora bien: “¿Por qué surge la corrupción en una persona?”, se preguntó.
El Pontífice explicó que una cosa es el pecado y otra la corrupción a la que nos lleva el pecado. Porque la actitud del pecador puede ser la de decir: “Yo he pecado, he sido infiel a Dios, pero luego trato de no hacerlo más, o busco reconciliarme con el Señor, o al menos sé que no está bien lo que hago”. Pero la corrupción se produce “cuando el pecado entra en tu conciencia y no deja espacio ni para el aire”.
En el caso de los escribas y fariseos que llevan a la mujer adúltera ante Jesús, “Jesús les responde con pocas palabras. Dice: ‘El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra’. Y a la pecadora le dice: ‘Yo no te condeno. No peques más’”.
“Esta es la plenitud de la ley, no aquella de los escribas y de los fariseos que habían corrompido su mente haciendo tantas leyes, tantas leyes sin dejar espacio a la misericordia. Jesús es la plenitud de la ley, y Jesús juzga con misericordia”.
“También nosotros –concluyó el Papa Francisco– juzgamos en el corazón a los demás. ¿Estamos corrompidos? ¿O aun no? Vamos a detenernos y a mirar a Jesús, que siempre juzga con misericordia: ‘Tampoco yo te condeno. Vete en paz y no peques más’”.
Evangelio comentado por el Papa Francisco:
1 Mas Jesús se fue al monte de los Olivos.
2 Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio
4 y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
5 Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?»
6 Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acuasarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra.
7 Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»
8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
9 Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio.
10 Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»
11 Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»