VATICANO, 04 Abr. 17 / 05:40 am (ACI).- El bien común, la paz, el desarrollo y la integración entre los pueblos exigen la implicación y el compromiso de cada persona, indicó el Papa Francisco en un discurso pronunciado ante los participantes del encuentro organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano integral con motivo del 50 aniversario de la encíclica “Populorum progressio” del Beato Pablo VI.
El Pontífice resaltó que fue Pablo VI “quien precisó en detalle en aquella encíclica el significado de ‘desarrollo integral’, y fue él quien propuso aquella sintética y afortunada fórmula: ‘desarrollo de cada hombre y de todo hombre’”.
Francisco se preguntó: “¿Qué quiere decir, hoy y en el futuro próximo, la expresión ‘desarrollo integral’, es decir, el desarrollo de cada hombre y de todo hombre?”.
De la respuesta a esta pregunta, señaló, se pueden deducir algunas directrices para la acción del Dicasterio. En concreto, destacó cuatro directrices.
Desarrollo humano integral consiste en “integrar a los diversos pueblos de la tierra. El deber de solidaridad nos obliga a buscar la modalidad justa de cooperación, para que no se produzca esa dramática desigualdad entre el que tiene mucho y el que no tiene nada, entre el que descarta y el descartado".
"Soilo el camino de la integración entre los pueblos permite a la humanidad alcanzar un futuro de paz y de esperanza”.
En segundo lugar, “se trata de ofrecer modelos practicables de integración social. Todos tenemos una contribución que ofrecer al conjunto de la sociedad. Todos tenemos una peculiaridad que puede ser de ayuda para facilitar el que podamos vivir juntos. Nadie está excluido de aportar algo al bien común. Esto es, al mismo tiempo, un derecho y un deber”.
Por otro lado, la tercera directriz señalada por Francisco consiste en “integrar en el desarrollo todos aquellos elementos que lo hacen realidad”.
Los diferentes elementos que articulan la sociedad, la economía, las finanzas, el trabajo, la cultura, la vida familiar, la religión, son, cada uno de ellos en su especificidad, “un elemento irrenunciable de ese crecimiento. Ninguno de ellos puede absolutizarse ni tampoco excluirse de una concienciación del desarrollo humano integral, que tenga en cuenta que la vida humana es como una orquesta que suena bien si los diferentes instrumentos se coordinan y siguen una partitura compartida por todos”.
Por último, se trata también “de integrar la dimensión individual y la comunitaria. Es innegable que somos hijos de una cultura, al menos en el mundo occidental, que ha destacado al individuo hasta hacerlo como una isla, como si se pudiera ser feliz estando solo”.
“Por otra parte, no faltan visiones ideológicas y poderes políticos que han machacado a la persona, que la han masificado y privado de esa libertad, sin la cual, el hombre no puede ser hombre".
"En dicha masificación están interesados también los poderes económicos que quieren explotar la globalización en vez de favorecer una mayor cooperación entre los hombres, simplemente por imponer un mercado global en el que ellos son los que fijan las reglas y cosechan los beneficios”, dijo el Papa.
“El ‘yo’ y la comunidad no tienen por qué competir entre ellos”, “la comunidad es generador cuando lo somos todos y, de forma singular, cada uno de sus componentes”. “Esto tiene incluso más valor en el contexto de la familia, que es la primera célula de la sociedad, y en la cual aprendemos a vivir juntos”.
El Papa Francisco puso de ejemplo a Jesucristo como ejemplo de la acción de la Iglesia en el ámbito del desarrollo integral. “Dios se dio a conocer plenamente en Jesucristo. En Él, Dios y el hombre no se pueden dividir y separar el uno del otro. Dios se hizo hombre para hacer de la vida humana, tanto personal como social, una vía concreta de salvación”.
“De esa forma, la manifestación de Dios en Cristo indica el camino y la modalidad del servicio que la Iglesia quiere ofrecer al mundo. Bajo esa luz se puede entender lo que significa un desarrollo integral”.
“En este mismo sentido –concluyó–, el concepto de persona, nacido y madurado en el cristianismo, ayuda a perseguir un desarrollo plenamente humano”.