El Papa Francisco dedicó unas palabras a los 16 mártires beatificados ayer sábado 11 de noviembre en Barcelona víctimas de la persecución contra los cristianos durante la Guerra Civil Española.
“Ayer, en Barcelona, tuvo lugar la Beatificación del Padre Teodoro Illera del Olmo y de quince compañeros mártires. Se trata de 13 consagrados y 3 fieles laicos”, explicó el Santo Padre.
Señaló que 9 de los religiosos y los laicos pertenecían a la Congregación de San Pedro ad Vincula, 3 eran religiosas de las Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, y una pertenecía a la Congregación de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones.
“Estos nuevos beatos fueron asesinados por su fe en diferentes lugares y fechas durante la guerra y la persecución religiosa en el siglo pasado en España. Agradezcamos al señor su valiente testimonio”, proclamó Francisco.
La persecución religiosa contra la Iglesia durante la Guerra Civil Española (1936-1939) provocó la muerte de más de 10.000 personas por su fe en Cristo. Entre las víctimas hay Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos asesinados a manos de las milicias izquierdistas leales al gobierno de la II República.
Por el momento, la Iglesia ha reconocido ya 1.901 mártires, pero la cifra podría aumentar, ya que hay varios procesos de beatificación abiertos. De hecho, el pasado miércoles 7 de noviembre el Papa firmó dos nuevos decretos de la Congregación para las Causas de los Santos que reconocen el martirio de 9 seminaristas asturianos y un laico catalán, asesinados por odio a la fe durante la II República y la Guerra Civil Española.
La Iglesia proclama beatos en Barcelona a 16 mártires de la Guerra Civil Española
La Guerra Civil Española (1936-1939) fue uno de los períodos de mayor persecución para la Iglesia en España. Más de 10.000 personas perdieron la vida asesinadas por el único “delito” de proclamar su fe en Cristo.
Laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes y Obispos fueron encarcelados, torturados, y, finalmente, asesinados por las milicias comunistas, socialistas y anarquistas leales al gobierno de la II República.
Hasta la fecha, la Iglesia ha reconocido como mártires a 1.901 víctimas de las persecuciones religiosa. Precisamente, este sábado 10 de noviembre, la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona ha proclamado beatos a 16 mártires de la Guerra Civil.
Se trata de 13 religiosos pertenecientes a tres Institutos –la Congregación de San Pedro ad Vincula, la Congregación de las Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor y la Congregación de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones– y tres fieles laicos.
Todos ellos murieron al comienzo de la Guerra, entre 1936 y 1937.
En la homilía pronunciada durante la Misa, el Cardenal Giovanni Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, recordó que “la gloria de los mártires permanece mientras que los regímenes de persecución pasan”.
De los 13 religiosos afirmó que, “dentro de lo específico de los respectivos carismas y de sus distintas perspectivas apostólicas, estos testigos de la fe han vivido con generosidad y coraje los valores de la vida religiosa, lo que provocó el ensañamiento de sus perseguidores, decididos a destruir la Iglesia en España”.
“Los tres fieles laicos, a los que mataron en La Rabassada, vivieron coherentemente su vocación cristiana a la caridad, convirtiéndose en apóstoles de la ayuda fraterna y hospitalidad diligente con los religiosos de la Congregación de San Pedro ad Vincula, y fueron por eso asociados a ellos en la misma condena a muerte”.
Precisamente esa fidelidad que mostraron “es la victoria que ellos obtuvieron en aquel tiempo, un tiempo caracterizado por un clima de persecución de aquellos que se declaraban miembros de la Iglesia católica, fueran consagrados o fieles laicos”.
El Cardenal explicó que “los nuevos beatos eran fieles a la Iglesia y por eso sembraban el bien tanto en las parroquias, como en los colegios donde enseñaban o en tantas otras actividades que ejercían según su condición. En el momento supremo de su existencia, cuando debían confesar la propia fe, no tuvieron miedo: aceptaron la muerte, ya que no negaron su identidad como religiosos, religiosas o laicos comprometidos”.
“El motivo por el que los mataron fue únicamente religioso, determinado por el odio de los opresores hacia la fe y la Iglesia católica, puesta en el punto de mira en aquel contexto histórico de las persecuciones religiosas de la primera mitad del siglo XX en España. El odio hacia la Iglesia prevaleció y oprimió la dignidad humana y los principios de libertad y de democracia”.
No obstante, “a pesar de este clima de intolerancia y de persecución a los cristianos”, os 16 mártires “estaban decididos a permanecer fieles, con riesgo de su vida, a todo lo que la fe les exigía. Siendo conscientes del peligro que les amenazaba, no se echaron atrás y vivieron la detención y la muerte con una gran confianza en Dios y en la vida eterna”.
“La beatificación de hoy es una nueva etapa para la Iglesia en Barcelona, para las familias religiosas y para las parroquias a las que pertenecían los nuevos Beatos. Es para todos vosotros un motivo de profunda alegría saber que están junto a Dios aquellos que formaban parte de vuestras comunidades, poder admirar la fe y la valentía de estos hermanos y hermanas”.
“Pero estos mártires nos invitan además a pensar en la multitud de creyentes que en el mundo también hoy sufren persecución, a escondidas, de modo lacerante, porque lleva consigo la falta de libertad religiosa, la imposibilidad de defenderse, la reclusión, la muerte civil: la prueba que soportan tiene puntos en común con la que pasaron nuestros nuevos Beatos”.
Por último, “debemos pedir para nosotros mismos la valentía de la fe, de la completa fidelidad a Jesucristo, a su Iglesia, tanto en el momento de la prueba como en la vida cotidiana”.
Reconocen martirio de 9 seminaristas asesinados durante persecución religiosa en España
La lista de mártires católicos asesinados durante la Guerra Civil española (1936-1939) y el período inmediatamente anterior correspondiente al régimen de la II República sigue aumentando.
El Papa Francisco firmó el miércoles 7 de noviembre los decretos de la Congregación para las Causas de los Santos que reconocen el martirio de 9 seminaristas asturianos y un laico catalán; todos ellos asesinados por ser católicos, un hecho que para sus asesinos era suficiente para acabar con sus vidas.
Con estos son ya 1.901 los mártires españoles del siglo XX reconocidos por la Iglesia, aunque, según algunos estudios, se calcula que las cifras de muertos como consecuencia de la persecución religiosa durante la república y la Guerra Civil Española ascienden a más de 10.000 fallecidos.
De los 9 seminaristas del Seminario de Oviedo, capital de la región española de Asturias, 6 de ellos fueron asesinados durante la revolución de octubre de 1934. Esta revolución, que tuvo sus dos focos principales en Asturias y en Cataluña, fue un levantamiento revolucionario de izquierda contra la II República gobernada en aquel momento por una coalición de partidos conservadores.
Los mártires ahora reconocidos son Ángel Cuartas Cristobal, de 24 años, nacido en 1910 en Lastres; Gonzalo Zurro Fanju, de 21 años, nacido en 1912 en Avilés; José María Fernández Martínez, de 19 años, nacido en 1915 en Muñón Cimero; Juan José Castañón Fernández, de 18 años, nacido en 1916 en Moreda de Aller; Jesús Prieto López, de 22 años, nacido en 1912 en La Roda; y Mariano Suárez Fernández, de 23 años, nacido en 1910 en El Entrego.
Todos ellos fueron fusilados por los revolucionarios el 7 de octubre de 1934. Los otros 3 seminaristas fueron asesinados en 1936 y 1937, durante la guerra civil.
Luis Prado García, de 21 años, nacido en 1914 en San Martín de Laspra, entró en el seminario en 1930. Durante las persecuciones religiosas trató de esconderse en casa de unos familiares en Avilés. Sin embargo, los milicianos no tardaron en descubrirlo y lo trasladaron a Gijón, donde lo fusilaron el 4 de septiembre de 1936. Murió gritando “¡Viva Cristo Rey!”.
Manuel Olay Colunga, nació en 1911 en Noreña, tenía 25 años cuando lo mataron de un disparo el 22 de septiembre de 1936. Entró en el Seminario en 1926 y fue hecho prisionero poco después de estallar la guerra. Estuvo encarcelado en Gijón y luego en San Esteban de las Cruces antes de ejecutarlo.
Por último, Sixto Alonso Hevia nació en Luanco en 1916. Ingresó en el seminario en 1929 y ya había concluido tercero de Filosofía cuando comenzó la guerra. Fue obligado a combatir en el bando republicano. Sin embargo, fue degollado el 27 de mayo de 1937 cuando lo descubrieron rezando a Dios. Tenía 21 años.