El Papa Francisco pidió no convertir la vida de fe en “ideología” y puso como ejemplo la conversión de San Pablo quien perseguía a los cristianos “pensando servir la Ley del Señor” y, sin embargo, el joven Saulo es retratado como “un intransigente, es decir, uno que manifiesta la intolerancia hacia quien piensa diferente a sí, absolutiza la propia identidad política o religiosa y reduce al otro a potencial enemigo de combatir”.
“Un ideólogo, para Saulo la religión se había convertido en ideología, ideología religiosa, ideología social, ideología política”, advirtió el Santo Padre durante su catequesis semanal pronunciada este miércoles 9 de octubre en la Plaza de San Pedro al presidir la Audiencia general.
El Papa reflexionó en el episodio bíblico de la conversión del apóstol San Pablo y explicó que es “la figura que, junto a aquella de Pedro, es la más presente e incisiva en los Hechos de los Apóstoles: la de un joven llamado Saulo. Es descrito al inicio como uno que aprueba la muerte de Esteban y quiere destruir a la Iglesia; pero después será el instrumento elegido por Dios para anunciar el Evangelio entre las personas”.
El Pontífice destacó que Saulo perseguía a los cristianos y los capturaba, y dirigiéndose a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro añadió: “ustedes que vienen de algunos pueblos que han sido perseguidos por las dictaduras, ustedes entienden bien qué significa ir a la caza de la gente y capturarla. Así hacía Saulo”.
Sin embargo, el Papa dijo que Saulo lo hacía “pensando servir la Ley del Señor”. “El joven Saulo es retratado como un intransigente, es decir, uno que manifiesta la intolerancia hacia quien piensa diferente a sí, absolutiza la propia identidad política o religiosa y reduce al otro a potencial enemigo de combatir. Un ideólogo, para Saulo la religión se había convertido en ideología, ideología religiosa, ideología social, ideología política”, advirtió el Santo Padre.
La verdadera batalla es contra los espíritus del mal
En este sentido, el Pontífice explicó que San Pablo “solo después de haber sido transformado por Cristo, entonces enseñará que la verdadera batalla no es en contra de la carne y la sangre, sino en contra de los dominadores de este mundo tenebroso, en contra de los espíritus del mal. Enseñará que no se deben combatir las personas, sino el mal que inspira sus acciones”.
Por ello, el Papa Francisco señaló que la condición conflictual de Saulo invita a cada uno a interrogarse: “¿Cómo vivo mi vida de fe? ¿Voy hacia el encuentro de otros o estoy en contra de los otros? ¿Pertenezco a la iglesia universal, buenos, malos, todos? ¿O tengo una ideología selectiva? ¿Adoro a Dios o adoro las formulaciones dogmáticas? ¿Cómo es mi vida religiosa? ¿La fe en Dios que profeso me hace amigable o en cambio, hostil a quien es distinto a mi?”, cuestionó.
“Lucas dice que mientras Saulo intenta desarraigar a la comunidad cristiana, el Señor está siguiendo su rastro para tocar su corazón y convertirlo a sí mismo. Es el método del Señor, toca el corazón”, añadió el Papa.
De este modo, el Santo Padre destacó que “el Resucitado toma la iniciativa y se manifiesta a Saulo en el camino de Damasco, evento que viene narrado en tres ocasiones en el Libro de los Hechos de los Apóstoles” y explicó que “a través del binomio ‘luz’ y ‘voz’, típico de las teofanías, el Resucitado aparece a Saulo y le pregunta por su furia: Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?”.
“Aquí el Resucitado manifiesta ser uno con aquellos que creen en Él: ¡golpear a un miembro de la Iglesia es golpear a Cristo mismo!”, exclamó el Papa quien añadió que “también quienes que son ideólogos porque quieren la ‘pureza’ -entre comillas- de la Iglesia golpean a Cristo”.
Después, el Santo Padre relató que la voz de Jesús dijo a Saulo: “Álzate y entra en la ciudad y se te dirá qué es lo que debes hacer”, pero una vez de pie, Saulo “se convirtió en ciego, y de hombre fuerte, autoritario e independiente, se vuelve débil, necesitado y dependiente de otros porque no ve”. “La luz de Cristo lo ha deslumbrado y cegado”, añadió.
Además, el Papa Francisco comentó que a partir del encuentro de Saulo con el Señor Jesús resucitado, “comienza una transformación que muestra la ‘Pascua personal’ de Saulo, su paso de la muerte a la vida: lo que antes era gloria se convierte en ‘basura’ de ser rechazado para adquirir la verdadera ganancia que es Cristo y la vida en Él”.
En esta línea, el Pontífice afirmó que el bautismo de San Pablo “el bautismo marca así a Saulo, como para a cada uno de nosotros, el comienzo de una vida nueva, y está acompañado por una nueva mirada en Dios, sobre sí mismo y sobre los demás, que de enemigos se convierten en hermanos en Cristo”.
“Pidamos al Padre que también nos permita experimentar, como Saulo, el impacto de su amor que solo puede hacer de un corazón de piedra un corazón de carne, capaz de acoger en sí, los mismos sentimientos de Cristo Jesús”, concluyó.